Los cristianos consecuentes, debemos abrazar con mucho amor a todos aquellos que viven afligido por la falta de de recursos económicos. Si somos indiferentes con los pobres, especialmente con lo que han nacido en condiciones humildes, tal como nació Jesús, no podemos decir que sentimos o conocemos que es la palabra caridad.
En efecto, la honestidad pura en expresar el amor a Dios por sobre toda las cosas y el amor al prójimo, no es tal si despreciamos a los pobres. La desidia frente a la pobreza, es irreverencia a Dios.
No existe mayor infidelidad a los Evangelios, que el no mirar y sentir a la pobreza con amor, respeto, solidaridad y preocupación por ella.
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